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Foto del escritorMarco Trujillo

Alguien

Actualizado: 11 ago 2021



Según Ignacio Molina, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, “un sistema político es la plasmación organizativa de un conjunto de interacciones que son estables a través de las cuales se ejerce la política en un contexto limitado por la población.”​ Este sistema está formado por comisionistas, instituciones, organizaciones, comportamientos, normas, creencias, ideales , actitudes, valores y sus respectivas relaciones entre sí, que mantienen o modifican el orden del que resulta una determinada estructura de rendimiento, conllevando a distintos procesos de elección de los integrantes de dicha estructura, que modifican la utilización del poder a fin de obtener el objetivo deseado. En el presente existen multitud de sistemas políticos democráticos, Estados unitarios y Estados federales, sistemas bipartidistas y sistemas multipartidistas, sistemas democráticos presidencialistas o sistemas democráticos parlamentaristas, pero también existen sistemas políticos totalitarios como los regímenes democráticos degradados que se dan en algunos países latinoamericanos, asiáticos y del antiguo bloque del Este o los regímenes de partido único como Corea del Norte o algunas naciones de África. Me centraré en aquellos sistemas políticos que llevan la democracia por bandera, pero no en su centro neurálgico sino en la decadencia que en el siglo XXI poseen estos y sus respectivas consecuencias para la sociedad.



Nietzsche en Schopenhauer como educador expresa que la filosofía debería ser necesariamente indiferente a la política "...pues el que tiene el furor philosophicus en el cuerpo ya no tendrá de ningún modo tiempo para el furor politicus y se guardará sabiamente de leer los periódicos cada día y más todavía de servir a un partido", sin embargo a lo largo de la historia los filósofos han ocupado la política desde sus distintos puntos de vista, Platón, Aristóteles, Marx, Maquiavelo… Todos ellos han otorgado a la humanidad los preceptos que fundamentan los cimientos de sus sistemas políticos, con distintas bases sí, pero con el mismo objetivo, establecer un orden.


La sociedad siempre ha estado buscando la adopción, siempre ha querido formar parte de una distribución de engranajes en la cual cada individuo encaje y así sentirse estos últimos protegidos y poseer un fin. Platón y su Estado ideal, aquel gobernado por los filósofos y jerarquizado en clases sociales correspondientes con las partes del alma humana, trataron de establecer un orden que nos diga qué hacer y qué no, pero no contó con que cuando la sociedad tiene poder, como lo tenía en aquella época en Atenas, es muy difícil que esta se aleje de sus garras. Es aquí donde encontramos el primer fallo de los sistemas políticos actuales, la carencia de poder de la sociedad. Dejémonos de falacias de libertad como el voto universal o la representación del pueblo en el gobierno mediante políticos electos, vayamos más allá. El Domingo 28 de abril habrá elecciones en España, y hay cuatro partidos que toman la iniciativa, pero la mayoría de votantes, por no decir todos, votarán no para elegir a un partido que comparta sus ideas, votarán para evitar que otros partidos de los cuales se sienten más alejados políticamente salgan electos. Cómo es posible que el poder resida en el pueblo si ningún partido nos representa, eso no es poder, es miedo a las demás opciones políticas.


Aristóteles creía que el fin de la comunidad política es vivir bien en sociedad. Por vivir bien hay que entender la vida conforme a la justicia, que es la virtud esencial y propia de la comunidad política. Esta vida la entiende únicamente para la categoría de ciudadanos libres, formada por tres clases superiores: los sacerdotes, los guerreros y los magistrados, excluyendo a la base de una sociedad, la clase obrera. He aquí el segundo fallo de los sistemas políticos modernos, esta estructuración que excluye a los estratos más pudientes se sigue dando, aunque en menor medida, es una de las llaves de la política reciente. Las clases obreras en algún momento de la Historia, quizás con la llegada de la Ilustración, poseían la suficiente valentía para evadir la denominada por Kant, “Minoría de Edad”, esto hizo que adquirieran ciertos conocimientos y a los dominadores de los medios de poder les hizo más difícil la tarea de mantenerlos bajo su control. Además, con la llegada de la Revolución Francesa y los múltiples sindicatos internacionales y luchas obreras que se dieron por todo el mundo durante finales del siglo XIX y gran parte del siglo XX parecía que los humildes retomaban lo que desde el principio les pertenece, el poder de la sociedad.


Desafortunadamente hemos visto una regresión del conocimiento, sobre todo político, en dichos estamentos. Todo ello encabezado por las oligarquías y los reyes del mundo actual, aquellos que poseen en sus vitrinas el suficiente dinero para imponer respeto con él, en un movimiento inteligente por su parte, han controlado los medios de comunicación y la educación, los factores más importantes en la era moderna, han hecho que se extinga en las clases más bajas la necesidad de pensamiento y razonamiento, y así es como las han excluido de la política, mejor dicho, han incluido como un gran factor activo a esas categorías sociales carentes de nociones políticas.


Marx planteó uno de los sistemas políticos más justos a priori, entendiéndose la justicia como el principio moral que se conoce coloquialmente en la actualidad, pero tuvo uno de los fallos más previsibles de la historia, el individualismo. Las primeras ideas del individualismo surgieron de la escuela cínica, escuela que abogaba por la total libertad del individuo mediante el desprendimiento de bienes materiales, la sátira y la toma de decisiones según el propio ser. Los individualistas promueven el ejercicio de los objetivos y los deseos propios y en tanto la independencia y la autosuficiencia​ mientras se oponen a la mayoría de las intervenciones externas sobre las opciones personales, sean estas sociales, estatales, ​o de cualquier otro tipo de grupo o institución.


El sistema de Marx estaba formado por tres fases de proceso revolucionario:

1. Etapa democrática: Dictadura del proletariado.

2. Etapa Socialista: Riqueza social.

3. Etapa Comunista: Abolición de las clases sociales y extinción del Estado.


El tercer fallo de los sistemas políticos actuales se hace ver, el egoísmo e individualismo humano es uno de los componentes más longevos que nuestra raza posee. ¿Cómo una persona que llega al poder y ve que controla toda una nación va a soltar tal privilegio eliminando el Estado que ahora controla? Desgraciadamente tenemos ejemplos de que esto es una utopía marxista, por ejemplo, Mao Zedong, líder de la Revolución Comunista en China, el mayor asesino del siglo XX que acabó con la vida de hasta 45 millones de personas. También encontramos a Josef Stalin, secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1922 y 1952 y al cual se le atribuyen aproximadamente 23 millones de muertes. Por último, pero el más famoso, Adolf Hitler, responsable de la muerte de 17 millones de personas que fueron exterminadas en campos de concentración nazis durante el Holocausto entre 1941 y 1945. Esto tres ejemplos de los múltiples que hay muestran que, de momento, ha sido imposible establecer esa etapa comunista por el egoísmo de los que se hacen con el poder, y esto pasa en la actualidad, y es que aquellos políticos que llegan al mando realizan todo lo posible para que su estancia sea lo más beneficiosa posible para ellos, ya sea con la desviación de fondos públicos, blanqueo de dinero, creación de Sociedades para evadir impuestos o la utilización de paraísos fiscales. Mientras millones de personas se encuentran en el umbral de la pobreza ellos siguen manejando los hilos de su riqueza ilegal sin ningún tipo de guante blanco.


Quizás el único precepto filosófico que de verdad se ha llevado a cabo en los sistemas políticos actuales es aquel que erróneamente se atribuye a Maquiavelo, “El fin justifica los medios.”, siendo este el último y más importante fallo de la política actual, cualquier cosa por llegar a ella.


El poder es una droga, pero una droga que te vuelve adicto con tan solo pensarla, esto hace que muchas personas quieran saciar su necesidad de poder, aunque les destruya.


La compra de los medios de comunicación, la utilización de métodos ilegales para la obtención de votos como el pucherazo, emplear organizaciones criminales como hackers para asegurarse la mayoría parlamentaria o fomentar la crispación y el odio hacia otras entidades políticas. En este apartado dejamos fuera las múltiples teorías conspiratorias para la obtención del poder, como aquella que dice que el 11S fue provocado por el propio Estados Unidos. En el siglo XXI, y con la amplia variedad de oportunidades de expansión para poder hacerse con el poder no todo vale, más vale un concejal honesto que un presidente del gobierno corrupto.



Vivimos en la época con más oportunidades de la Historia, una época en la que la tecnología nos brinda una gran ayuda, en la que nuestros conocimientos sobre nosotros mismos, sobre el cosmos, sobre nuestro planeta son cada vez más amplios y ricos, sin embargo vivimos la etapa más oscura de nuestra historia, porque con todo esto, seguimos teniendo sistemas políticos que nos mantiene al borde de una guerra nuclear constante, seguimos teniendo sistemas políticos que hacen que mueran millones de personas de hambre, seguimos teniendo sistemas políticos que mantienen un sistema económico autodestructivo que acabará con nuestro planeta, seguimos teniendo sistemas políticos que marginan a las clases obreras, seguimos teniendo sistemas políticos que hacen que el dinero sea la clave para hacer girar el globo terráqueo, pero, ¿a alguien se le ocurre un sistema político mejor?





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